miércoles, 4 de agosto de 2010

PROHIBICION CORRIDAS DE TOROS EN CATALUNYA

En pimer lugar, me gustaría recalcar que me siento catalán y asimismo español. El orden o preferencia viene determinado por mi sentimiento de cultura e história, pero en todo caso no implica una politización de mi reflexión sobre la prohibición de los toros en Catalunya.
Algunos habrán usado este tema para demostrar una desafección contra el ferviente furor patrio españolista que impulsan ciertos sectores. Otros como confirmación de un sentimiento independentista, vapuleado teoricamente por la reciente sentencia de l'Estatut  del Tribunal Constitucional. Otros como rebeldía a sentimientos de sumisión involuntaria. Quizás muchos tengan una razón política del tema, pero no podemos olvidar el origen de esta reinvidicación como una iniciativa popular desde mucho antes a los últimos acontecimientos y que estos carecían de un transfondo político, sino´que derivaban de un sentimiento consciente de amor a los animales como seres sintientes.
Ese aspecto es el que querría resaltar. Aún reconociendo que no se debería legislar prohibiendo cualquier situación, sin antes considerar la autoregulación del ser humano en la decisión de realizar sus actos  por si mismo en respeto a los demás y dentro de la sociedad en que se mueve, si estoy de acuerdo en controlar y legislar cualquier acto que influya en el posible sufrimiento de un ser sintiente. Por tal razón, cuando me cuestionan la prohibición alegando la libertad de decisión en ir o no ir a una corrida de toros, no sería el caso, ya que estamos ante un hecho de crueldad pública y encima remunerada a un ser sintiente como nosotros, no a nivel de conciencia y razón, sino a nivel de la existencia en sí. El toro es probable que no sea consciente ni razone el por qué otro ser le produce daños varios, pero es seguro que a nivel físico, de la misma manera que el ser humano, siente el dolor, primigénio e instintivo si se quiere, pero que no entiende de consciencia sino de terminaciones nerviosas e impulsos a su sistema nervioso central. El dolor es una señal para evitar los peligros. El único ser sintiente que puede valorar e incluso disfrutar con el dolor es el ser humano, debido precisamente a esa teórica inteligencia racional, pero contraria a las leyes naturales que nos rigen como seres en general.
En definitiva, en mi caso estoy contento en el hecho de que se avance en la dirección de evitar el sufrimiento y aunque sea un pequeño paso -cierto que existen miles de situaciones que solucionar, tantos como sufrimientos puedan existir en cualquier ser- es uno más conseguido.

NAMASTE